Los Vetones fueron pobladores prerromanos, de origen celta, que durante el siglo V a.C se instalaron entre los ríos Duero y Tajo, en territorios que hoy en día son Ávila, Salamanca, Cáceres y parte de Zamora y Toledo. Los castros Vetones de Ávila son un claro ejemplo.
Estos habitantes vivían en pueblos conocidos como castros, palabra proveniente del latín castrum, que significa fortificación militar. Fueron construcciones de forma cuadrada y circular, con base de piedra, paredes de barro y techos de paja.
Eran comunidades resguardadas por murallas, fosos y otros obstáculos para evitar ataques por parte de poblaciones aledañas. Además de ser guerreros, los vetones se dedicaban a la agricultura y ganadería.
A día de hoy, en la provincia de Ávila se pueden visitar algunos de los castros donde vivían los vetones, como El Raso o Freillo, Ulaca, Mesa de Miranda y Las Cogotas, todos recorridos muy recomendables para hacer por su historia y arquitectura.
1. Castro El Raso o Freillo
El castro El Raso data del siglo I y II a.C y se encuentra junto a la sierra de Gredos, en el Valle del Tiétar, cerca de la frontera con Extremadura.
Se trata del hallazgo arqueológico más importante del valle de Tiétar, con una extensión de 20 hectáreas que te costará, aproximadamente, una hora y media recorrer por completo.
El primer tramo está en subida y serás testigo de unas villas que se han excavado y reformado tal y como eran antiguamente.
Llegarás a la muralla atravesando diferentes desniveles que no suponen una gran complejidad. Una vez allí, vas a poder apreciar, en detalle, cómo era el poblado para darte una idea de las costumbres de sus habitantes.
A unos 2 km de la muralla vas a encontrar el Castillejo, una torre cuadrada que sirvió como defensa externa que alertaba a los vetones sobre posibles invasiones.
2. Castro de Ulaca
Para llegar al castro de Ulaca desde El Raso debes ir hasta Villaviciosa, un trayecto que te va a costar, aproximadamente, una hora y cuarenta minutos en coche.
Es aconsejable hacer una parada en el puerto del Pico, en la Sierra de Gredos, porque vas a poder observar una calzada romana que llegó a tener una extensión de 75 km, de los cuales hoy se pueden recorrer 30 kilómetros.
El inicio del recorrido del Castro de Ulaca se encuentra a unos 5 km saliendo de Villaviciosa y llegas a través de una carretera sin asfaltar, con pocas señalizaciones, lo que te obliga a estar atento.
2.1. Indicaciones
La primera muralla del poblado, que era la entrada principal de la comunidad, está a 1.500 metros de altura, en la sierra de Paramera, por lo que te costará, aproximadamente, una hora llegar.
Lo primero que llama la atención de la ruta es que el paisaje tiene grandes formaciones de rocas talladas por la naturaleza, cuyos tamaños son imponentes. Estas piedras fueron objeto de adoración por parte de los pobladores porque creían que eran bendiciones.
Al llegar a la primera muralla, que antiguamente era la entrada principal, entenderás la real dimensión de lo inmenso que es el poblado porque la siguiente muralla se encuentra a un kilómetro.
Es preciso destacar que se trata de una de las comunidades de vetones más grandes de la cultura celta, abarcando 60 hectáreas.
Se trata de una región con múltiples atracciones, entre las que sobresale, en primera instancia, una piedra zoomorfa, con cerdos y toros tallados, la cual resume lo importante que era la agricultura y ganadería para la economía de la comunidad.
También podrás apreciar el santuario de Ulaca, en el cual los vetones llevaban a cabo rituales y sacrificios con animales.
El altar está compuesto por tres partes: una escalera de acceso, cavidades circulares -en donde caía la sangre- y otra escalera en donde había -hay- marcadores astronómicos del solsticio y equinoccio.
Otra de las atracciones del castro de vetones es la sauna, la cual se usaba para los ritos de iniciación de los guerreros.
Se trata de una excavación en una roca en donde había un horno para calentar agua, una cámara con dos asientos de piedra y una antesala en donde las personas esperaban su turno.
3. Castro de Mesa de Miranda
Muy cerca de Ávila, en el pueblo de Chamartín, encontrarás el Castro de Mesa de Miranda, otro de los poblados de los vetones. Cuenta con una extensión de 29 hectáreas, en donde se puede apreciar cómo era la vida cientos de años atrás.
A simple vista ya destacan grandes murallas puntiagudas que funcionaban como defensa del poblado, especialmente contra ataques de caballerías.
Cerca de la entrada principal se encuentra la necrópolis de la Osera, la principal atracción de este poblado antiguo. Se trata de un imponente cementerio, dividido en seis zonas, que eran propiedad de los clanes más poderosos de ese castro.
Llaman poderosamente la atención la forma que tienen las tumbas, puesto que se tratan de sepulcros excavados en piedra.
4. Castro de Las Cogotas
Acabamos el recorrido en el Castro de Las Cogotas, el cual se encuentra a 6 kilómetros del pueblo de Cardeñosa, muy cerca del Embalse del Castro de Las Cogotas. Al igual que los otros poblados, está rodeado por una imponente muralla.
Aquí lo más destacable son las viviendas rectangulares que se pueden apreciar apenas pasas la entrada principal. Es importante señalar que hay también una necrópolis, pero que no está tan conservada como la de Mesa de Miranda.
Recorrer los castros vetones de Ávila es un excelente plan para conocer una arquitectura única y, además, tener presente cómo era la vida de estas poblaciones cientos de años atrás en esta región de España.
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